Manera sencilla de desescolarizar: desescolarizando el cerebro adulto

Manera sencilla de desescolarizar: desescolarizando el cerebro adulto

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Desescolarizando el cerebro adulto

Cuando iniciamos el camino de la desescolarización, casi siempre es a través de nuestros hijos y por mucho tiempo, pensamos que esto es para ellos. La realidad es que nuestros hijos son solo la excusa para poder desescolarizarnos nosotros.

Desescolarizando el cerebro adulto es una idea que nos viene de manera abstracta a la mente, es una intuición y un sentir que no decimos en voz alta, ya que no sabemos que tan “correcta” es esa frase. Este sentimiento es el primer indicativo que inició nuestro viaje hacia la libertad.

El Unschooling como filosofía de vida

Es muy normal el sentirnos avergonzados por la idea de tomar las riendas de la educación familiar, puesto que parte de nuestra escolarización parte del tener vergüenza de ser libres, de sentirnos especiales, únicos, y si llegáramos a sentirlo es de una manera ridícula y hasta egoísta de solo pensarlo. Si te sentiste así o te estás sintiendo así, te abrazo y hoy daremos un paso más hacia ese sentimiento.

Nuestros hijos han estado menos tiempo escolarizados y en algunos casos no han estado escolarizados, así que ellos no son los que tienen que adaptarse a su nueva vida. Ellos tienen que adaptarse a ti, el adulto escolarizado, a adaptarse a su nueva vida.

Este artículo está escrito para que puedas abrazar tu adaptación como adulto hacia la desescolarización, te des permiso para transitar tu proceso el tiempo que lo necesites y no traigas a tu proceso a tus hijos.

Una vez que entendemos esto, que el unschooling o desescolarización no es un método educativo, sino un estilo de vida familiar, ya verás como todo fluye en casa y tendrás la calma y libertad que buscabas cuando se posó en tu cerebro la idea por primera vez y que ahora, luego de un año intentándolo, se hace cuesta arriba. Es normal. Es parte del proceso.

Desescolarizando el cerebro adulto 2

Desescolarizando el cerebro adulto

Lo primero a conocer es cómo aprende el cerebro, este lo hace por medio de estímulos externos, sean los que sean y que además este posee tal plasticidad que puede adaptarse a cualquier nuevo estímulo, lo que nos permite aprender y desaprender con o sin consciencia de ello.

Las neuronas reciben la información, la hacen viajar por medio de la sinapsis y si este mismo estímulo se repite varias veces, entonces se forjan los recuerdos.

No siempre los recuerdos se forjan con repetición, ya que el cerebro necesita emocionarse para aprender y con una experiencia emocional fuerte, sea agradable o no, esta puede quedar fija ciertos aprendizajes en nuestro cerebro, con solo sentirlos una vez. Tanto la escolarización, como la desescolarización brindan y se enriquecen de este mismo proceso.

Etapas de la desescolarización

No importa si empezamos a desescolarizar en la adolescencia de nuestros hijos o desde que tienen 2 años de vida, nuestro proceso de desescolarización suele activarse en el mismo orden.

A lo largo de nuestra vida escolarizada, nos han inculcado distintos niveles de miedos y requisitos a cumplir según la etapa que vivimos en la escuela. Estos miedos los vamos a ir transmitiendo a nuestros hijos sin necesidad de colocarlos en voz alta, sino transformados en una exacerbada seguridad y protección.

Para esta primera etapa, que es nuestra… de los adultos, vamos a hacer un escaneo en vivo y continuo de nuestros miedos. ¿Por qué vivo?, porque la gran mayoría de nuestros miedos vinculados a la escuela son inconscientes y solo salen a flote cuando estos son activados por una acción; entonces habrá muchos, muchísimos temores que no podrás trabajar a priori en la sala de tu casa y con una taza de café contemplando el horizonte, sino en el momento en que interactúes con otras personas, mayormente con tus hijos.

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Los dos niveles de culpa y los límites

Para empezar a desaprender, aprender y re-aprender, es decir, para forjar nuestro nuevo estilo de vida, tenemos que ser conscientes de nuestras creencias y cómo estas nos rigen. Básicamente, a irnos deslastrando de las culpas que inconscientemente nos inculcan miedo.

Para ir haciendo esto de manera continua, tenemos que darnos cuenta de que sacamos a nuestros hijos del sistema educativo porque varias cosas no nos resonaban y una de ellas es lo distanciado que está el sistema de la realidad individual de sus alumnos. 

Una realidad que no se ve en el sistema educativo es que los adultos tenemos sentimientos, emociones y que no somos perfectos. De hecho, para el sistema educativo tradicional, el mostrar nuestras emociones y dudas frente a nuestros hijos es símbolo de debilidad. La manera de hacer este ejercicio, es justamente mostrándole a nuestros hijos que nosotros estamos explorando este camino con tantas o más incertidumbres que ellos y que a veces podemos sentirnos sobrepasados y no entendemos por qué. 

En este ejercicio vamos a indagar sobre dos niveles de culpa por medio de estas tres preguntas: 

  • ¿Lo hago porque es mi miedo?
  • ¿Lo hago porque repito patrones?
  • ¿Lo hago porque coloco límites?

Es continuo y aunque es simple, no siempre es sencillo de aplicar. Con la práctica saldrá de manera automática.

Ejercicio para Desescolarizarnos el Cerebro Adulto Escolarizado

Sobran las oportunidades para poner en práctica el ejercicio, ya que cada vez que sintamos la necesidad de regañar, castigar, obligar o guiar a nuestros hijos, sin tomarnos un momento de introspección sobre si realmente necesitan ser guiados o guiadas. Aquí es que entran los tres niveles. 

Nos han dicho que tenemos que actuar de inmediato, si no no se entiende el propósito de la corrección. Esto es cierto a medias, si no hay una explicación que preceda la acción, el niño no verá la conexión, Hoy aprenderás a mostrar tus emociones para crear esa conexión, esto es todo lo que necesitas para hacer este ejercicio de manera orgánica.

Un ejemplo característico de momento perfecto para iniciar el ejercicio es el siguiente:

Van al parque, tu hijo sube por el lado contrario del que estuvo diseñado el juego y además lo está haciendo de una manera muy peligrosa.

La primera reacción natural de un cerebro escolarizado es el gritar que se baje y llamarlo para decirle que nunca más haga eso, que es muy peligroso y se empieza a enumerar una lista de posibles escenarios para invitarle a la reflexión para que no lo haga nunca más. ¿Te suena familiar?

Te invito a hacerlo distinto, no te sientas mal si la primera vez (o primeras veces) solo lo piensas y vuelves a hacer lo que enuncié antes, es un proceso. Sé amable contigo. Lo que te invito a hacer es lo siguiente:

Llamas la atención de tu hijo, capaz gritando, capaz no, confía en el proceso, como te salga instintivo. Cuando llegue a ti, le explicas que eso te pone muy nervioso, que realmente no has logrado saber qué te hace sentir y que si por este día hace lo posible por no jugar así y que más tarde, cuando hayas sabido lo que te hizo sentir, se lo explicas. 

Es factible que a los 15-20 minutos lo vuelva a hacer, simplemente le recuerdas lo que hablaron. Los niños son muy abiertos y compasivos, solo que aún colocan sus deseos por encima de otras cosas y les falla la memoria en esos casos, no lo hacen a propósito, así nos vamos desarrollando los seres humanos, no te lo tomes personal.

Desescolarizando el cerebro adulto 4 / deschooling the adult brain

En un momento introspectivo, que no tengas que estar a su cuidado, ya sea al bañarte o antes de acostarte o al despertar, pregúntate por qué no deseas que tu hijo utilice así el juego:

¿Reacciono así porque es mi miedo?

Intenta visualizar las veces que tu hijo hace en casa maniobras con su cuerpo y lo consciente que es de su motricidad.

Si en casa nunca hace nada físico y no sabes como maneja su cuerpo o lo has visto siendo un entusiasta, pero siempre termina cayendo, entonces tu miedo es por su seguridad y no por transferencia. Puedes pasar a la siguiente pregunta.

Ahora, si al visualizar a tu hijo, te das cuenta de que es la versión en pequeño del hombre araña y que tiene total consciencia de su cuerpo y del resto de los objetos; entonces el miedo es tuyo y le estás agregando a su mochila (que ya tiene sus propios miedos y que tendrá otros miedos conforme vaya viviendo) creencias que no son suyas y que no tienen nada que ver con sus capacidades. En este caso, no necesitas seguir indagando y hablas con tu hijo, le cuentas lo que sentiste y ya la conversación será distinta, será sobre seguridad, sobre el prepararse antes de escalar un objeto nuevo y no de una prohibición a priori de una habilidad innata.

¿Reacciono así porque repito patrones?

Si pasaste a la segunda pregunta, intenta visualizarte y el rol que tienes de madre/padre y qué es lo que se espera de tu rol. ¿Es tu patrón el proteger a tu hijo incondicionalmente y sin importar qué?, ese incondicional incluye sus decisiones personales. O, por el contrario, sabes que estás allí para acompañarlo.

Viaja hacia tu propia infancia y recuerda una situación similar, sea de niño, adolescente o adulto, donde tú querías intentar algo nuevo y se te prohibió porque tus padres no vieron tus aptitudes para resolver ese nuevo desafío juntos. 

Si encontraste ese episodio y te tocó alguna fibra, primero permítete ese momento para internalizar el hallazgo, porque el desescolarizar el cerebro adulto mueve muchos procesos internos que estaban muy cómodamente reposados en nuestra psique. Otra manera de saber si estás a punto de encontrar el episodio y aún no estás preparado para enfrentarlo, es que responderás en tu mente con un “porque siempre se hizo así”, “porque es el deber ser”, “porque no hay otra manera de hacerlo”.

Si este es el caso, no necesitas pasar a la siguiente pregunta. Una vez que estés en calma con tu proceso, llama a tu hijo para tener una charla sobre el porqué de decidir subirse así, si lo vio de alguien más, si desea probar más bajito e ir subiendo; si realmente se sintió bien haciéndolo o si al probar se dio cuenta de que no era lo suyo o si quiere probar de nuevo con supervisión a ver que tal. Que sea tu hijo el que tome la decisión de hacer o no hacer más una actividad.

Si no encontraste ese episodio o si lo encontraste y este te dio mucha fortaleza y te sientes bien con ese episodio, pasa a la siguiente pregunta. 

¿Reacciono así porque coloco límites?

Si tu hijo nunca mostró aptitudes para subirse en nada y no hay un “deber ser” o “porque siempre se hizo así” en tu reacción, es porque sabes cuándo colocar límites, ahora trabajaremos en cómo colocarlos. 

Llama a tu hijo y cuéntale que aunque tenga deseos de probar cosas nuevas, siempre hay que prepararse cuando aumentamos la dificultad de las cosas. Que cuenta con tu respaldo al 100% y que tú deseas estar presente y avisada cada vez que intente algo nuevo, así, puedes asistirlo y estar presente como su equipo de seguridad y respaldo. Si es su pasión irá haciéndolo cada vez con más pericia, capaz en casa nunca tuvo oportunidad de probar este tipo de actividades. Y si no le interesa, lo dejará y tendrá un mejor autoconocimiento.

Desescolarizando el cerebro adulto / deschooling the adult brain

Recomendaciones Finales

A esto se le agrega el no empujar a nuestros hijos cuando sabemos que tienen una habilidad innata. No siempre queremos comer todos los días nuestro plato favorito, hay épocas de exploración y son tan ricas e importantes como tener disciplina. 

Siempre hay que preguntar la causa de sus decisiones y no obligar de una vez y tampoco lo contrario, dejarlos renunciar solo con pedirlo. Siempre llamar al sentir y concientizar qué nos impulsa.

Si es su pasión, volverá a ella, si no, es una herramienta para encarar la siguiente pasión. Nunca es tiempo perdido, cuando la libertad es respetada.

Una vez empieces a encarar este ejercicio con cada situación (o casi con cada situación), llegará un momento que no te pararás a hacerte las preguntas y sabrás directamente de qué se trata y podrás actuar en el momento. Toma tiempo: es muy satisfactorio y sanador una vez que lo consigues.

Existen otras etapas dentro de la desescolarización que tienen que ver con el cerebro adulto, las iremos publicando. No te pierdas los newsletters si eres parte de la WRA o visítanos regularmente para descubrir contenido nuevo si aún no estás inscrito. Recuerda que te puedes sacar todas las dudas antes de inscribirte con una llamada de 15 minutos gratuita.

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