Cuando pensamos en límites en la crianza, lo primero que nos viene a la mente es la connotación negativa que socialmente ha recaído sobre la palabra “límite” y sus derivados: limitación, limitado. Con este artículo le limpiaremos toda emotividad externa a la palabra y la asociaremos desde hoy con: Libertad.
De la manera más objetiva posible, definiremos “límite” como la misma Real Academia de la Lengua Española lo hace: “Línea real o imaginaria que separa dos terrenos, dos países, dos territorios.”. Los límites nunca hablan de ser un obstáculo o de encerrar a un individuo en una idea. Habla de ese espacio que le pertenece a cada quien y que no solo nos ayuda a respetar a otros, sino también a respetar y hacer respetar nuestro espacio personal.
Una vez establecido este parámetro, podemos darnos cuenta que los límites son necesarios, no solo en la crianza, sino también en el sano desenvolvimiento de cualquier grupo de personas, de cualquier edad y de cualquier ámbito.
Dos factores fundamentales para que los límites sean efectivos, son: el marcarlos y el hacerlos cumplir. De nada vale solo colocar los límites, si no hay acompañamiento sostenido hasta forjar el hábito de cumplir con dicho límite. Colocar límites no suele ser agradable cuando ya la situación llega a un punto hostil; la buena noticia es que nunca es tarde para hacerlo.
Normas y Límites en la Crianza
Cuando colocamos límites desde pequeños a nuestros hijos, estos límites suelen darse de forma más conciliadora. Otra palabra asociada a los límites y que además tiene mucha carga emocional negativa es “autoridad”. Esta palabra también debemos limpiarla para hacer un uso más útil de esta y lo haremos en otro artículo, solo queremos aclarar que los límites no tienen mucho que ver con la autoridad. Tienen que ver con la Libertad y el Respeto.
Para colocar límites sanos y efectivos, estos tienen que ser trazados desde las consecuencias naturales y no desde los caprichos o miedos de nuestro niño interno herido. Tenemos una guía para detectar la diferencia. Una vez detectado y sanado, colocar límites será lo más coherente y sencillo que te ha pasado.
Ejercicio Práctico para entender sobre Límites
En la crianza respetuosa, el pilar fundamental siempre es colocarse en los zapatos del otro, se basa en la empatía. Es decir, colocarnos a la misma altura que nuestros hijos y hacer el ejercicio de sentir lo que ellos experimentarían, de estar en el mismo lugar.
Hoy traemos un ejercicio que nos cambiará la perspectiva sobre cómo se ven, se sienten y se necesitan los límites y cómo estos nos traen una sana convivencia.
Vamos a jugar con la imaginación, primero necesitamos que entres en personaje:
Decidiste pasar este año mochileando de un país a otro, al encuentro de tus anfitriones. No sabes qué esperar de este primer encuentro. Contactaste a estas personas vía internet para que te den alojamiento. Nunca los conociste en persona, esta es la primera vez.
¡Juguemos!
Llegas a la localidad con todo tu equipaje, con el típico cansancio de un viaje en tren de horas y una caminata para buscar tu destino. Cuando por fin encuentras la dirección, al tocar la puerta, tu anfitrión abre con una gran sonrisa, pero se nota que está en apuros. Te explica muy velozmente que le surgió una emergencia y que te estaba esperando para salir. Te entrega las llaves de su casa, te dice que estás en tu casa y se va, no te da la oportunidad de acompañarle.
Te voy a pedir que te tomes un tiempo para reflexionar como te sientes y cuál sería tu siguiente paso.
¿Qué podrías hacer mientras tu anfitrión no está? ¿Qué harías mientras esperas?
RESPIRA — IMAGINA — SIENTE
Posibles Respuestas
- Entras a la casa, visualizas el rincón más despejado para dejar tus cosas y molestar lo menos posible, merodeas un poco por la casa, pero siempre terminas al lado de tus cosas y te entretienes con tus cosas para pasar el rato.
- Entras a la casa, dejas tus cosas en la entrada y como tienes las llaves, decides salir a conocer los alrededores y volver cuando calcules que habrá alguien en casa.
- Entras a la casa, dejas tus cosas y vas directo a la cocina. Decides agradar a tu anfitrión recibiéndole cuando vuelva con una comida típica de tu país, además que vienes con hambre del viaje.
Lo que hay detrás de cada respuesta
- Te colocaste los límites dentro del desconocimiento y la incertidumbre, lo que te hizo presa de la situación. Gran parte de tu libertad está paralizada hasta que el anfitrión vuelva. Contra intuitivamente, el control lo tiene otro, aunque te haya dicho que estás en tu casa con la mejor de las sonrisas e intenciones. Este escenario beneficia mucho más al que no colocó los límites.
- Decidiste no pertenecer al grupo, seguir de manera individual hasta que pudieras interactuar apropiadamente con alguien. En el mejor escenario, llegas unos minutos antes que tu anfitrión y comienzan de nuevo. Por otro lado, en un escenario no tan lindo, tu anfitrión vuelve a buscar algo rápido para volver, te había dado la única llave y no estás. El anfitrión se ve agraviado y te transfiere la culpa.
- Estás en tu máximo pico de libertad, feliz de la sorpresa que se llevará tu anfitrión y al llegar te enteras que algunos de los ingredientes que usaste, los iba a utilizar para algo que prometió llevar al día siguiente y ya es muy tarde para reponerlo. Aunque tus intenciones fueron buenas, agregaste algo más al día de emergencias de tu anfitrión. Te sientes responsable del malestar.
Transferencia a la crianza
El mundo del unschooling o desescolarización puede ser abrumador al principio y uno de los motivos es justamente el no saber cómo colocar límites, el confundir libertad con la ausencia de límites cuando es al revés.
Cambiemos de roles, tú eres el anfitrión y tu hijo el mochilero. Solo que ahora tú eres la madre/padre/representante y el niño o adolescente es él mismo. En la mayoría de los casos, los chicos desescolarizados suelen empezar por la opción tres y a medida que hay castigos o recompensas que no obedecen a las consecuencias naturales, entonces se vuelcan a la opción 1 y 2.
La falta de límites podría provocar la falta de creatividad por miedo al fracaso, alejamiento del núcleo familiar para no molestar o en conductas confusas, las cuales se hacen con las mejores intenciones, solo que los resultados no son armónicos con el grupo familiar. ¿Te suena familiar? Una vez concientizado esto, todo es reparable. Los límites son importantísimos.
Cómo colocar límites en la crianza
Siguiendo la misma línea del mochilero, juguemos de nuevo a imaginar. Eres de nuevo esa persona que viaja y llega a casa de un extraño y tu anfitrión te recibe con una gran sonrisa aunque notas que está en apuros. Esta vez la situación tiene algo diferente:
Esta persona te explica que tiene una emergencia, que todo está listo en tu habitación, que es la que tiene un edredón rojo con negro, tu baño es el amarillo que está a la derecha al salir de tu habitación. Te da una copia de la llave y te cuenta que cada uno tiene la suya, que en la cocina hay comida ya hecha y que puede pasear por toda la casa a excepción de la habitación al fondo que es azul y por sobre todas las cosas, de la repisa no puede tocar los libros de leyes. Se despide y se va.
¿Qué podrías hacer mientras tu anfitrión no está? ¿Qué harías mientras esperas?
RESPIRA —- IMAGINA — SIENTE
Es muy factible que te asientes en tu cuarto, descanses, te bañes comas y te sientas en total libertad, ya que sabes las reglas, y hasta donde tienes permiso de llegar por el bien de una convivencia familiar. Aún no podemos leer las mentes, tu hijo o hija tampoco.
Comparando con la situación 2, si tu hijo entiende las reglas, podrá moverse libremente y ser auténtico, sin temores, siempre y cuando esos límites sean coherentes y protejan el bienestar personal y del grupo.
Otro aspecto importante al establecer límites es que, una vez establecidos, se explique el motivo detrás de ellos, pero al recordarlos, deben ser directos y sin necesidad de más explicaciones. Un argumento largo en una situación de riesgo puede generar confusión y perder el sentido del límite.
A medida que demuestren responsabilidad al llevar a cabo ciertas acciones, los límites se flexibilizarán, ya que se comprenderá su propósito. A veces, los límites seguirán existiendo, pero ya no seremos nosotros los responsables de hacerlos cumplir, porque no será necesario. Nuestros hijos lo entenderán y los aplicarán.
Esto no implica que en el futuro volvamos a tener la responsabilidad de hacer que se cumplan, recordemos que el segundo factor importante del límite es hacerlos cumplir.
Que no te dé miedo volver a marcar límites
Cuando repetimos conductas que nos dijeron que son parte del rol de madre o padre y no las cuestionamos, es muy factible que creamos que es una debilidad el colocar límites de nuevo, ya que es falta de autoridad. ¿Cuántas veces no escuchaste o te oíste decir? “¿Cuántas veces te lo tengo que repetir?”, la verdad, la respuesta es: Las veces que sea necesario y además se hará de la misma manera como se hizo la primera vez, con calma, de forma conciliadora y firme. Hacer clic aquí si desean leer sobre un ejercicio que evita repetir conductas sin cuestionarlas.
Un ejemplo de esto se puede observar en el ámbito de la cocina. Cuando comenzamos a enseñar a nuestros hijos a cocinar, una regla clara y típica es que no utilicen utensilios de cocina afilados, estos están reservados solo para adultos. Con el tiempo, esta regla se flexibiliza, permitiéndoles usarlos bajo la supervisión de un adulto, hasta llegar al punto en que pueden manejar los utensilios de cocina sin supervisión.
Sin embargo, si en algún momento invitan a sus amigos y, emocionados por la visita, comienzan a tomar los utensilios de cocina como juguetes, es necesario retomar la responsabilidad de establecer límites y explicarles que su comportamiento no fue responsable ni seguro para ellos mismos ni para quienes les rodean. Por esta razón, no podrán volver a utilizar los utensilios cuando haya visitas, ya que han demostrado no poder manejar la situación con una variable adicional.
Con el tiempo, es posible que puedan utilizar los utensilios con total autonomía, pero es importante establecer límites SIEMPRE. Esta es la forma de acompañar y cuidar a nuestros hijos.
Establecer límites aplica tanto a niños como a adolescentes y adultos, ya sean nuestros hijos o no, siempre y cuando estemos en un grupo con un objetivo común. Esto se aplica tanto en el contexto de un mochilero y su anfitrión, en el trabajo, con amigos o en un equipo deportivo en el que te desempeñes, en definitiva, en cada grupo de tu vida.
Establecer límites y respetar los límites que otros establecen son clave para la convivencia, siempre y cuando sirvan como salvaguarda para tu seguridad y la de todos. Teniendo esto en claro, podrás preparar a tus hijos para saber cómo actuar ante reglas injustas o que solo benefician a un grupo o persona en particular.
La clave está en ser coherentes y vivir de la manera en la que deseamos que sea el mundo.
Espero les haya servido este paseo por los límites y saber qué hacer de una manera amorosa y natural.