En un momento de reflexión, que no tienes que estar a su cuidado, ya sea al bañarse o antes de acostarse o despertarse, pregúntate por qué no quieres que tu hijo use el juego así:
¿Reacciono así porque es mi miedo?
Intentar visualice cómo su hijo maniobra su cuerpo en casa y qué tan consciente es de sus habilidades motoras.
Si en casa nunca hace nada físico y no sabes cómo maneja su cuerpo, o lo has visto entusiasmado, pero siempre acaba cayendo, entonces tu miedo es por su seguridad y no por la transferencia. Puedes pasar a la siguiente pregunta.
Ahora, si cuando visualizas a tu hijo, te das cuenta de que es la versión en miniatura del hombre araña y que es plenamente consciente de su cuerpo y del resto de los objetos; entonces el miedo es tuyo, y vas añadiendo a su mochila creencias (que ya tiene sus miedos y tendrá otras preocupaciones mientras viva) que no son suyas y que no tienen nada que ver con sus capacidades. En este caso, no necesitas seguir investigando y hablando con tu hijo; cuéntale lo que sentiste, y la conversación será diferente, será sobre seguridad, sobre prepararse antes de escalar un nuevo objeto, y no sobre una prohibición a priori de una habilidad innata.
¿Reacciono así porque repito patrones?
Si continúa con la segunda pregunta, trata de visualizarte a ti mismo, su papel como madre/padre y lo que se espera de su posición. ¿Es esta su manera de proteger a su hijo incondicionalmente y sin importar qué? Podemos responderla rápidamente con estas dos opciones: 1) Que incluye incondicionalmente sus decisiones personales. 2) O, por el contrario, sabes que estás ahí para acompañarlo.
Viaja a tu infancia y recuerda una situación similar, ya sea de niño, adolescente o adulto, en la que querías probar algo nuevo y te lo prohibieron porque tus padres no vieron tu capacidad para resolver juntos este nuevo desafío.
Si encontraste ese episodio y tocó una fibra sensible dentro de ti, primero permítete ese momento para interiorizar el descubrimiento porque al desescolarizar el cerebro adulto se mueven muchos procesos internos que estaban muy cómodos reposando en nuestra psique. Otra forma de saber si estás a punto de encontrarte con el episodio y aún no estás preparado para afrontarlo es que responderás en tu mente con “porque siempre se hizo así”, “porque debe ser” o “porque no hay otra manera de hacerlo”.
Si es así, no necesita pasar a la siguiente pregunta. Una vez que esté tranquilo con su proceso, llame a su hijo para hablar de por qué decidió seguir así, si lo vio de otra persona, si quiere intentar bajar y subir, si se sintió bien haciéndolo, o si al intentarlo se dio cuenta de que no era lo suyo o si quiere volver a intentarlo con supervisión para ver como va. Deje que su hijo decida hacer o dejar de hacer una actividad.
Si no encontraste ese episodio, o si lo encontraste y te dio mucha fuerza, y te sientes bien con ese episodio, pasa a la siguiente pregunta.
¿Reacciono así porque me pongo límites?
Si su hijo nunca ha demostrado la capacidad de escalar nada y no hay un "debería ser" o "porque siempre se hizo así" en su reacción, es porque sabes cuándo poner límites. Ahora trabajaremos en cómo configurarlos.
Llama a tu hijo y dile que aunque quiera probar cosas nuevas, siempre tiene que estar preparado cuando aumenta la dificultad de las cosas. Eso tiene tu apoyo 100% y que quieras estar presente y advertido cada vez que intente algo nuevo, para poder asistirlo y estar presente como su equipo de seguridad y apoyo. Si es su pasión, lo hará cada vez con más destreza; quizás en casa, aún no ha tenido la oportunidad de probar este tipo de actividad. Y si no está interesado, lo dejará y tendrá una mejor conciencia de sí mismo.